El artista internacional Pedro Paricio expone su nuevo proyecto «Nueve Retratos» en la Fundación MAPFRE Canarias
Se dice que el rostro es el espejo del alma, pero ¿realmente pueden los párpados, los labios, la tensión de los músculos de las mejillas reflejar las profundidades insondables de todo lo que desconocemos sobre nosotros mismos?
La sala de la Fundación MAPFRE Canarias en la calle Juan de Quesada, 10, de Las Palmas de Gran Canaria exhibe desde el 28 de septiembre hasta el próximo 4 de enero la exposición «Nueve retratos», del artista tinerfeño Pedro Paricio. El artista nos invita en este nuevo proyecto a adentrarnos en estos misteriosos retratos femeninos, que cobraron vida más allá del lienzo durante la inauguración oficial de la exposición con la actuación de la coreógrafa y bailarina canaria Violeta Aguilera.
Pedro Paricio durante un momento de la inauguración en la sala Institucional de la Fundación en Las Palmas de Gran Canaria.
La bailarina y coreográfica canaria Violeta Aguilera durante un momento de su actuación durante la inauguración de la exposición.
Los «Nueve retratos» de Pedro Paricio son territorios de búsqueda: formas y colores que conforman un cuerpo, pero van más allá de la carne, hacia las formas insospechadas que tenemos dentro si nos miramos al microscopio, o si brillase el polvo de estrellas primigenio que nos rodea. Retratos-geometría, retratos-relato en los que todo está contenido, que se abren a los millones de años de mezclas y combinaciones aleatorias que dieron como resultado un cuerpo, una historia, un rostro profundo como una cueva angulosa en la que caben innumerables historias.
Pedro Paricio (Tenerife, 1982) es un pintor-pensador de carrera internacional que no se para a teorizar, sino que es un pintor de acción: de la acción reflexiva. Considera que las grandes obras de la tradición pictórica son capaces de reinventar su significado en el presente. En 2009 le dedicó una serie a Francis Bacon, a través de la que fueron tomando entidad sus técnicas características de manchas de colores y formas geométricas. Otras series como «Master painters», de 2011, «The Spirit of painting» de 2013, o «Tradition», de 2021, se apoyan en obras clave de maestros como Velázquez, Caravaggio, Watteau, Hopper o Basquiat. También se lanzó a un diálogo con la obra de Picasso en 2018 en «After Pablo Picasso». Más que homenajes o interpretaciones, los aborda con libertad para construir la pintura futura con ellos, pero sobre todo siendo él mismo, guiado por la intuición de nuevos caminos a explorar.
El misterio del proceso creativo tiene también una presencia importante en su obra, algo trascendental, pero también irónico y lúdico, como si la pintura fuera el aro de fuego que Paricio tiene que atravesar para entender la tragedia y la comedia que se dan la mano en la realidad. Por eso, a lo largo de los años, él mismo ha sido uno de los motivos principales de sus cuadros, como arquetipo del artista.
Los sujetos de su pintura están con un pie en la figuración y otro en la abstracción. No tienen rostro, aunque esa falta de rasgos característicos no lanza sus figuras al anonimato. Están fuera del paisaje, pero sus entornos están lejos de ser un no lugar. Están fuera del tiempo, pero no atrapados en un tiempo suspendido. Son formas carnales que albergan en su seno innumerables dimensiones.
Estos nueve retratos de mujeres nos interpelan, pero también nos crean incertidumbre. Podrían ser tablas de un retablo barroco con una escenografía dramática, cada una simbolizando un mito divino o una historia de andar por casa. En el vídeo que completa la muestra, «Prophecy», Paricio nos deja vislumbrar cómo podríamos crearnos otro rostro, metafísico y colorista, o quizá recoge el momento profético en el que entrevé a las nueve mujeres y el lazo que las une. Frente a estas piezas, vengamos desarmados para ver en qué se transforman sus rostros por la alquimia de nuestra mirada, atentos por si hay algo que cambia en nosotros también al mirarnos al espejo después: siempre aparecemos reflejados en aquello que miramos.